Comienzos

Otro regalo por los 400 Me gusta de Face…. ¡Océanos!

Sabemos que muchos y muchas ya lo habéis leído, pero para todos aquellos que aún se debaten en si comprar el libro o no…. os dejamos las primeras páginas de Océanos de Oscuridad…

Primera parte de la Saga…

Escrita a cuatro manos…

Historia de amor, pasión sexo y sangre épica….

Océanos de Oscuridad

Llevo habitando la tierra desde hace más de tres milenios y aunque aún puedo recordar una época lejana en la que el arte y la literatura me apasionaban, la música lograba emocionarme y me deleitaba en el dulce placer de recrear la belleza de la muerte cuando sesgaba una vida humana, desde hace décadas simplemente observo cada amanecer con la pesadumbre de haber visto más de un millón de amaneceres iguales y de saber que no habrá nada nuevo a la salida del sol.
Podría hablar de las grandes civilizaciones del mundo, contar miles de historias sobre la caída de los grandes imperios, anécdotas de todas esas guerras de las que he disfrutado desde mi privilegiada posición. Vi construirse las pirámides, fui testigo de cómo Alejandro forjaba su imperio, y de cómo ardían los muros de Roma para mayor deleite de Nerón, he compartido mesa con grandes escritores, filósofos, inventores y he sido mecenas de excelentes artistas…
Si cierro los ojos puedo ver los cientos de miles de rostros de todos aquellos que han pasado por mi vida y la han abandonado. Vi renacer en las tinieblas a grandes amigos, y como éstos mismos se convertían en polvo, sin que esas pérdidas hiciesen meya alguna en mí, simplemente fueron acontecimientos que se han ido grabando a lo largo de los siglos en mi memoria. Pero lo que jamás será un simple recuerdo es Gabriella. Mi amante, mi amiga, mi pesadilla y casi mi perdición, la que creí sería mi compañera eterna, la que hacía de mis días algo dulce hasta que tuve que hacerla desaparecer, y aunque la amaba, fue la única decisión que pude tomar pues nunca he tolerado la traición, de ningún tipo. He vivido bajo esa losa de culpa desde ese día, condenando así mi eternidad.
Sigo con la mirada a esa joven menuda de ojos asustados. El silencio nos envuelve, la tensión podría cortarse con un cuchillo, puede que incluso hasta respirarse. Y no puedo evitar pensar que me recuerda a ella, o puede que todas las vampiras de ojos escarlata me trasporten a esa época en que las curvas de una mujer me hacían enloquecer. Ahora, no siento nada. Todos permanecen callados, sabemos qué va a ocurrir a continuación, puede que debiéramos liquidar el asunto cuanto antes, agilizar los trámites, puede que el resto de miembros del consejo tengan cosas que hacer, yo no, pero eso no importa, pertenece a mi más estricta intimidad.
Soy el vampiro más antiguo del mundo, aunque no el primero, hubo otros antes que yo, pero ya no se encuentran entre nosotros. Jamás he conocido a ningún humano al que haya tenido la necesidad de otorgar el don de la eternidad, jamás ningún hombre, mujer o niño, ha causado en mí más impacto que el deleite del sabor de su sangre deslizándose por mi garganta. Pero incluso eso encierra un doble peligro, la ingesta sin control podría llevarnos a extinguir nuestra fuente de alimentación, ya que eso son para nosotros los humanos, una especie a todas luces inferior, simple comida. Pero muchos de los nuestros sí que han tenido la necesidad de crearse compañía, así que cuando empezamos a ser muchos tuvimos que organizarnos, cuando la vieja Europa empezaba a sucumbir al mundo vampírico cada vez eran más los no muertos en busca de sangre, y así nació lo que muchos llaman el Consejo, vampiros con más de mil atardeceres en sus retinas intentando velar por los intereses de nuestra especie. Protegiéndonos de nuestro mayor enemigo, nosotros mismos, y velando porque nuestro secreto nunca salga a la luz. Y esa jovencita ha puesto en peligro todo eso. Sus ojos reflejan un miedo atroz, pero se mantiene serena, sin gritos ni súplicas, casi lo agradezco, aunque sé que alguno de mis compañeros echará de menos esa parte más teatral de la historia.
Como miembro fundador del Consejo, mi voz siempre es tenida en cuenta por encima de otras, y mis decisiones se acatan sin ser cuestionadas, aunque el trabajo más arduo es tratar de no caer en el despotismo, intento ser siempre justo, benevolente cuando la ocasión lo requiere, implacable cuando es necesario, es mi trabajo; la Fortaleza es mi vida, mi compromiso y jamás he faltado a mi palabra.
Los tiempos han cambiado, las relaciones también, pero los principios con los que nació el Consejo, siguen aún vigentes. No creo que nuestras normas sean de difícil cumplimiento, yo mismo llevo milenios sobre la faz de la tierra y nunca he transgredido ninguna, y tampoco he sentido nunca la tentación de hacerlo.

. Jamás reveles tu verdadera naturaleza a un humano.
• Deshazte siempre de los cadáveres, los envoltorios de la comida deben desaparecer
• No está permitido crear nuevos vampiros, y si se toma esa responsabilidad debes responder por ellos.
• Sólo nosotros, el Consejo, tenemos la potestad de sesgar una vida inmortal, no se toleran los ataques entre miembros de nuestra especie.

Las repaso mentalmente. Romper esas normas significa la muerte… romperlas es morir… morir…. ¿Sabe ella que va a morir?. Sí, claro que lo sabe. Me levanto de mi silla y doy un par de pasos en su dirección.
En una época donde la realidad supera la ficción es cada vez más difícil mantenerse oculto, de ahí la importancia de nuestra discreción. Dicen que el paso de los siglos enloquece hasta al más cuerdo, será por eso que el trabajo del Consejo este último siglo se ha visto notablemente incrementado, pero la Fortaleza es mi vida, y aunque hastiado, es lo que me ancla a la inmortalidad.

-Matadla.- digo al fin.- pero hacedlo rápido, no es necesario que sufra.

Así paso los días, vagando por los pasillos de mi reino de tinieblas, mi propio océano de oscuridad, paseando por esas estancias que he recorrido cientos de veces, dejando transcurrir día tras día de esa inmortalidad que no termina jamás.
Tanto poder y tan vacío por dentro, envidiando a la escoria humana por esa cualidad efímera de su humanidad, por poder disfrutar cada día como si fuese el último, ellos venderían su alma al diablo por disfrutar de lo que yo tengo, yo simplemente moriría por poder volver a sentir… dolor, amor, éxtasis, lo que fuese, sin embargo sólo vivo reprimiendo el impulso asesino que todos tenemos dentro.

Soy Marco Vendel y esta es la historia de cómo puede cambiar la vida, incluso la vida inmortal.

MARCO
Tenía que hacer tiempo, el jet había sufrido una pequeña avería y mientras Paul, el piloto, intentaba repararlo, dejé el hotel. Estaba cansado, sólo había sido un día, pero intenso, ya tenía ganas de volver al confort de mi hogar, nunca me había gustado ausentarme de la Fortaleza, a diferencia de otros de los miembros del Consejo, yo era un animal de costumbres, y mi soledad uno de mis amigos más preciados. Finalmente me decidí por ir a tomar algo a un bar cerca de mi hotel.
El ambiente era selecto, luces tenues y buena música. Había poca gente a esa hora. Los cuadros de las paredes eran fotografías en blanco y negro de los lugares más emblemáticos de Londres, que no los más famosos. Me senté en la barra, lugar de los perdedores, o de los que llevan mucha confianza en sí mismos, y pedí un whisky con hielo. La música empezó a sonar, sugerente, sin duda el hijo rebelde del pueblo londinense. Algo hizo que me girara hacia la puerta de entrada. Como un calambre, una dulce voz que me llamaba. Y ahí estaba ELLA, la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Alta, esbelta, elegante, con un toque de inconformismo. Por un momento pareció que me miraba, pero era una vana ilusión, nunca una mujer así se fijaría en un hombre como yo. Pero un extraño hechizo hacía que no pudiera apartar la mirada de ella. Si tuviera corazón en ese momento latiría con fuerza.
Dio un par de vistazos a la sala y de golpe sus ojos sonrieron. ¿Me miraba a mí? no, no podía ser… demasiado bonito para ser real, sin duda era un equívoco de mi mente solitaria.
Anduvo unos pasos decididos y se reunió con unos hombres y mujeres en una mesa, cerca de donde yo estaba sentado. ¿Desilusión? Intenté concentrarme en la copa, en los hielos, un hielo, dos hielos, tres hielos… sus ojos… un hielo, dos hielos… esas piernas… me giré, el tiempo justo para ver cómo ella se levantaba, venía directa hacia mí! No pude aguantar la mirada y me concentré en la copa de nuevo. un hielo, dos hielos…

-Un Martini seco.- su voz era dulce y decidida.

No podía mirarla, ¿o sí? Qué me lo impedía. Mi mano aguantaba con firmeza la copa en la barra como si la jodida fuera a sacar un par de piernas y salir corriendo para saltar en plan suicidio al final del mostrador. El camarero (Satán le bendiga) puso su Martini muy cerca de mi mano, mi copa… su cálida piel rozó mi muerta mano, debió sentir el hielo glacial de la misma.
Me miró, la miré.
Quería decirle algo, presentarme, invitarle a otro trago. Pero nada de eso pasó. Milésimas de segundo después del ínfimo contacto, alguien la llamó. Sus ojos me dejaron el regusto amargo del que no puede conseguir lo que anhela. Se fue.
El estridente sonido de mi teléfono cortó el hilo de mis pensamientos.

-Dime Paul.
-Señor Vendel, todo arreglado, podemos partir cuando desee.
-Ahora mismo.-sentencié.

La noche estaba muerta, como yo.

ALESSANDRA
La oscura noche iba ganando terreno con rapidez, adueñándose sin piedad de la lánguida y pálida luz de la luna, que quedaba oculta tras la alta torre. Los postreros rayos crepusculares se filtraban entre las ramas bajas de los árboles, proyectando sombras fantasmagóricas sobre las mortuorias lápidas.
El sonido del silencio resultaba más aterrador que el silencio mismo, no se percibía siquiera el sisear de la ligera brisa, que se perdía sigilosa filtrándose en las fosas vacías, devolviendo un eco huérfano de almas de un espurio linaje.
Hasta el ulular del búho que espiaba impertérrito desde su posición altiva había cesado de repente, intuyendo que una presencia sobrenatural pudiera estar acechando.
Desde la distancia, en el interior de la lúgubre cripta se empezaba a escuchar una lejana letanía, que iba ganando en intensidad paulatinamente.

Pater Noster, qui in infernum est,
Sanctificétur nomen Tuum
Sdveniat Regnum Tuum,
Fiat volúntas tua, sicut in infernum et in terra.

En el interior de la luctuosa y siniestra cripta, por cuya cúpula agrietada se filtraba una amalgama de raíces enmarañadas y resecas, un grupo de trece personas, cubiertas por tupidas capas negras con capucha, formaban un círculo alrededor de mí, que me hallaba de pie desnuda y completamente inmóvil frente a un altar de mármol, donde se encontraban dispuestos dos cirios encendidos y en medio de ambos un cráneo humano.
Toda la estancia había sido cubierta con paños negros, y sobre el suelo se habían distribuido numerosas velas negras, que se hallaban encendidas.
Los trece adeptos continuaban desgranando impertérritos la letanía en latín, hasta que deposité mi mano izquierda sobre la calavera y sosteniendo en la derecha un tridente, elevé la vista al techo de la cripta, y pronuncié mentalmente la llamada:
¡Booz! ¡Adonai! Lux, Tenebrol, ¡Belial!
Me detuve un momento, tomé una bocanada de aire, y noté como mi corazón había aumentado ligeramente su ritmo cardiaco, desvié la mirada una fracción de segundo hacia mi derecha, asentí de forma imperceptible y luego continué, en voz alta:
“Rey de los infiernos, poderoso señor a quien el mundo rinde culto en secreto; tú que dominas desde las profundidades tenebrosas del infierno hasta la superficie de la tierra y sobre las aguas del mar, espíritu infernal que todo lo puede, yo te adoro, te invoco, te pido y exijo después de entregarte mi alma para que de ella dispongas, que abandones las regiones infernales y te presentes aquí dispuesto a concederme lo que te pido de todo corazón y con el alma condenada te entrego mis tesoros, mi dicha entera si accedes a mis ruegos. Ven a mí, Rey y señor, soy tu sierva, ninguna imagen ni objeto religioso hay en mi casa, preséntate sin temor de ser desobedecido; llega…, desciende, penetra…, sube…, Luzbel…, Satanás…, vea tu sombra majestuosa esta tu esclava, maldito, maldito sea el día que sobre mi cabeza derramaron agua; Satán, Satán, soy tuya…”
Concluida mi invocación tracé con el tridente un triángulo en el aire y supuestamente el diablo debía aparecer dentro de las tres líneas sobre un haz luminoso.
En ese instante me tendí boca arriba sobre el frío altar de mármol, a la espera de que la sombra diabólica me cubriera con ambas manos.
De repente, se detuvo el tiempo, un sonido estruendoso rompió el silencio, enmudeciendo y paralizando al singular grupo, y un fortísimo olor como a amoniaco enrareció el aire, me resultó extraño, siempre había creído que era el azufre el olor que se asociaba a todas las criaturas demoníacas. Intenté incorporarme y recoger mi capa, que se hallaba en el suelo a los pies del altar, pero una fuerza sobrenatural me lanzó de nuevo sobre el mármol, agarrándome fuertemente por las muñecas.
Probé a patalear, a zafarme de la inmovilización a la que me hallaba sometida, pero me era imposible, un vaho caliente y de fuerte olor me azotó la cara, descendiendo por mi garganta hasta mi estómago; me resistía, tratando de girar las caderas para poder apoyar las piernas en el suelo, hasta que sentí como tiraban de ellas con fuerza, tratando de separarlas.
Quería gritar con todas mis fuerzas, pero aunque abría la boca con desesperación, sólo conseguía emitir sonidos ahogados. Un sonido profundo, en un idioma aparentemente por mi desconocido, se deslizó por mi oído, y me sometí.
Los trece adeptos observaban la escena mientras continuaban formando el perfecto círculo y recitando el satánico rezo que se repetía como un mantra, mi cuerpo parecía que ya no me perteneciera, pues realizaba movimientos imposibles para un ser humano. De repente mis piernas se separaron de forma antinatural como si tiraran fuertemente de mis rodillas hacia los lados, y a pesar de que no se viera a nadie junto a mí sobre el altar parecía como si cientos de manos estuvieran recorriendo mi piel, pues podía notar como sobre la misma se formaban surcos, como si cientos de dedos la recorrieran mientras ejercían presión, y ávidas manos manosearan mis pechos.
De repente mi cuerpo se desplazó con urgencia hacia la pared, empujado por una fuerza invisible, pero certera, el olor a azufre era mucho más intenso ahora, mi espalda empotrada contra el frío muro y mis pies no tocaban el suelo, un movimiento brutal de balanceo arriba y abajo me hacía rebotar, correspondiendo su cadencia, sin duda, a las precisas embestidas a las que me estaban sometiendo, unos brazos invisibles sujetaban mis piernas, sólo algún sonido gutural, casi sobrenatural, se escuchaba en la estancia.
La descomunal fuerza y presión que estaban ejerciendo sobre mis caderas era tan brutal que si no había perdido ya el conocimiento debía estar próxima a perderlo.
Uno de los adeptos había dejado de recitar el cántico, sin duda se preguntaba qué sería lo más conveniente, si interrumpir aquel coito infernal, con la esperanza de que yo pudiera sobrevivir al ritual, o detenerlo de golpe y que el propio Satán o el maldito espíritu que hubiera comparecido en su nombre no completara su clímax, no lograra su objetivo.
Y optó por esto último, soltó las manos a sus correligionarios y deshizo el círculo.
Un grito atávico, desgarrador, que denotaba impotencia, objetivo no culminado, envolvió la estancia, y un humo espeso, hediondo y gélido pareció descender hacia los infiernos, mientras se llevaba con él el olor a azufre, no sin antes susurrar en mi oído una sola palabra.

-Volveré…

Mi cuerpo semi inconsciente se desplomó, deslizándose por la pared, al dejar de ser sostenida por aquella presencia.
La figura que había deshecho el círculo y puesto fin, de forma precipitada al ritual, salió corriendo hacia mí mientras recogía la capa del suelo y cubría mi desnudez con ella.

-Aless, Aless, por favor dime que estas bien, contesta, contesta.- me decía mientras propinaba suaves golpecitos en mis mejillas, y me zarandeaba ligeramente por los hombros.

Nada, no había movimiento, no había reacción, aunque lo intentaba con todas mis fuerzas no parecía darse cuenta de que estaba viva, aunque puede que a simple vista no lo pareciera.
Probó a tomarme el pulso. Débil.

-Aless, ¡¡¡vuelve!!!.- decía mientras insuflaba aire en mis pulmones e improvisaba un masaje cardiaco…

Uno…dos…tres…cuatro

Bocanada de aire
Bocanada de aire
Bocanada de aire

Uno…dos…tres…cuatro

Nueva bocanada de aire
Una brisa ligera de aire helado, pareció querer devolverle la vida a mis pulmones.
Volvió el latido.
Abrí los ojos.
Lo primero que vi fueron sus ojos, en ellos tenía reflejado el miedo, un miedo frío, terrorífico. Me tomó por las mejillas y me besó, con ansia, como si hubiera temido no poder besarme una vez más.

-Charlie.- musité
-¿Estás bien?,¿ puedes moverte?.- dijo mientras con sumo cuidado me ayudaba a incorporarme.
-Creo…creo que sí.-titubeé, lo cierto es que un dolor lacerante me atenazaba los muslos, y una fuerte punzada en mis partes me advertía de que algo no había ido bien.
-¿Qué ha pasado Charlie?
-No lo tengo del todo claro, pero he sentido verdadero pavor.
-Supongo que la sugestión colectiva ha hecho que todo fuera casi real, me siento dolorida, como si me hubieran dado una paliza.

Me di la vuelta para ponerme la capa y salir de aquel lugar, todos los demás habían ido abandonando la cripta, cuando un grito ahogado me sobresaltó.

-¿Qué pasa?.- le pregunté
-Aless, tu espalda, estás sangrando, tienes varios arañazos profundos, y estás llena de moratones, vamos te llevo al hospital.
-Entonces ¿no me lo he imaginado?, ¿estaba pasando de verdad?.- llevé mis manos hacia la parte baja de mi vientre, un fino hilillo de sangre teñía la parte interior de mis muslos.
-Vamos Aless, debería verte un médico.
-No.- dije tajante
-¿Qué no?, tú no te has visto, estás toda amoratada y sangrando, deberían examinarte y…
-No.- repetí con tozudez.- ¿cómo íbamos a explicar esto? vámonos a casa y me curas allí, por favor Charlie, sácame de aquí.

Parecía dudar.

-Estás loca, ¿sabes? ¡Loca!, no volveremos aquí nunca más.-dijo con semblante serio.- esa gente es peligrosa, ¿me oyes? Nunca más.
-Pero lo tienes, ¿verdad?, ¿lo has grabado todo? Una última vez, y lo dejo, de veras, te lo prometo, una última vez.
-No, nunca más.- sentenció.- escribe tu tesis con el material que tienes, será suficiente.

Aunque renqueante, había logrado llegar al coche, Charlie se puso al volante y aceleró, quería escapar de ese lúgubre lugar para siempre.
Llegamos al número 18 de Saint Leonard’s Terrace, en el barrio de Chelsea. Mi casa, un edificio victoriano de dos plantas, donde había vivido uno de los escritores que más admiraba, Bram Stoker. Su Drácula constituía mi libro de cabecera. Me había enamorado del personaje desde el mismo instante que abrí las tapas de la novela y lo poseí, “he atravesado océanos de tiempo hasta encontrarte” le dice a su amada en la versión cinematográfica, y yo había deseado ser Mina desde ese mismo momento, la más bella historia de amor jamás explicada, nadie me diría nunca nada parecido, ni por asomo, además cuando era muy joven ya me vaticinaron que jamás me enamoraría de un hombre.
Mi mente todavía divagaba saboreando de memoria párrafos enteros del libro, cuando la voz de Charlie me devolvió a la realidad, ya había aparcado el coche frente a nuestra casa y me ayudaba a subir las escaleras hacia la primera planta, donde teníamos la vivienda, en la segunda Charlie había instalado su estudio de pintura.
Me desnudó e introdujo en la bañera, el contacto con el agua caliente hizo que casi de inmediato me sintiera mejor, Charlie me estaba limpiando la espalda de los restos de sangre seca, que se habían quedado adheridos a los bordes de los cuatro profundos arañazos que surcaban mi espalda, y que ahora podía observar a través de la imagen que me devolvía el espejo, desde el fondo del baño. Me puso un camisón muy liviano y nos fuimos directamente a la cama, sólo tenía ganas de dormir y olvidar.
Una caricia gélida rozó por una fracción de segundo el dorso de mi mano y me estremecí, noté que el corazón se desbocaba y buscaba sin éxito la causa de mi excitación. Una sombra quizás, se me escapaba, notaba su aliento muy cerca de mí, pero no podía verle la cara. Corría a su encuentro pero siempre llegaba tarde. Sólo era un impulso, una corriente electrizante, jadeaba y me desperté de repente.
Charlie me tenía abrazada por la cintura y apoyaba su cara en mi pecho, mi corazón latía muy deprisa, y el sudor hacía que el camisón se adhiriera a mi cuerpo como una segunda piel.
Encendí la luz, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, mi vientre seguía palpitando. Cerré la luz y me acurruqué junto a Charlie. No pude volver a conciliar el sueño lo que quedaba de noche.

MARCO
Hace un par de horas que discutimos sobre lo mismo, el tema que nos ocupa desde hace ya algunas semanas, desde el momento que por fin dimos con su paradero habíamos empezado a deliberar sobre qué haríamos con ella al encontrarla. Pero ahora, tras haberla conocido no es como me la había imaginado, si es que alguna vez fantaseé con eso. Miro cómo el cielo va ennegreciéndose, la luna y las estrellas preceden al condenado sol. Entra frío a través de las ventanas, por eso me gusta Suiza, porque siempre hace un tiempo equiparable a nuestra temperatura corporal.
Paso las manos por mi pelo, le miro a los ojos, y juro no entenderle, después de más de mil años, sigo sin comprender qué conexiones mentales le llevan a tomar cierto tipo de decisiones. Pero es él, mi amigo, como un hermano, y estoy ahí para apoyarle y defenderle, aunque no entienda sus razonamientos, es lo que se podría llamar solidaridad a ciegas.

-Sé que no lo entiendes.- dice dejándose caer sobre la butaca de su izquierda.
-Sé que sabes que no lo entiendo, pero juegas con ventaja porque también sabes que aún y así voy a darte mi apoyo.-me mantengo de pie, tras mi mesa.- aunque a todas luces sea un error.
-Error fue convertirla, lo que no es un error es hacerme cargo de ella ahora.
-¿Tú qué piensas Stephano?-miro al hombre que se mantiene en silencio al otro lado de la estancia.
-Creo que no encaja en la Fortaleza, tiene un carácter extraño, pero…
-Pero no podemos deshacernos de ella.- se apresura a decir Samael.- Marco…
-Lo sé, lo sé… -me siento en la butaca frente a él.- está bien, no puede ocasionar mucho alboroto, sólo es una niña ¿no?-digo paseando la mirada por ambos.

Todavía recordaba el viaje que le había hecho pasar a Stephano, quien nos había contado el pulso que había mantenido con ella en el bosque, sus impertinencias… sin duda, Stephano guardaría un buen recuerdo de ese viaje, como yo guardaba el mío propio de mi escapada a Londres, un pequeño tesoro a modo de recuerdo, aquellos ojos verdes…

-Marco.- la voz de Stephano me devuelve a la realidad.- si decides darle una oportunidad mi consejo sería mantenerla permanentemente con vigilancia, es rápida, ágil, astuta, y empleará cualquier truco para obtener lo que quiere, es lista.
-Sí, desde luego no podemos exponernos a que vague por la Fortaleza, hasta que demuestre que se puede confiar en ella, que muestre signos de adaptación, pero ¿quién?, ¿quién podría encajar con su perfil?, ¿a quién encomendar la misión de su adiestramiento, de su adaptación?.- Medito, pero mi mente vaga libre.
-¡¡Stephano!!.- y la voz de Samael, aunque jovial, parece una Sentencia para nuestro compañero.
-¡¡Ni hablar!!.- se gira mirándome.- Marco no me puedes hacer eso…No, me niego.
-¿Por qué no Marco?, Stephano lleva con nosotros muchos siglos, y a la vista está que si ha sido capaz de soportarnos a nosotros, esa chiquilla no va a doblegarle. –se ríe Samael mientras se levanta a buscar una copa.-además ya ha tenido ocasión de lidiar con ella.

Vuelvo a pasarme la mano, esta vez desde la frente hasta el nacimiento de mi pelo, de poder evitarlo nunca dejaría que alguien como esa chica anduviera correteando por los pasillos de mi casa, alborotando una paz que hemos adorado durante milenios. Ellos siguen hablando. La otra alternativa sería matarla, pero estaba claro que Samael se oponía rotundamente a esa posibilidad. Vuelvo a la realidad.

-Sabes que de no ser porque la mordiste tú, le cortaría la cabeza, ¿verdad?
-Lo sé, y agradezco que no lo hagas. –bebe un largo sorbo de su copa.

El alcohol, aliado anestesiante de los sentidos para los humanos, un líquido de lo más insípido para nosotros, nos transporta a esa humanidad perdida, y nos hace parecer humanos a ojos de quien nos mira, nada más inocente y menos sospechoso que un hombre con su copa en la mano. Miro a Samael, que quiere enmendar su error del pasado, y a Stephano, que haría cualquier cosa para ponernos las cosas fáciles a ambos. Me levanto, ya está todo dicho, y aunque sé que va a ser un error no voy a discutirlo más.

-Tómate un trago Stephano.- digo al abrir la puerta.- lo vas a necesitar.

Mando llamar a Ever, se supone que está esperando en una de las salas contiguas, aunque bien pudiera ser que la encontraran colgada de la lámpara de araña haciendo de trapecista, si mi secretaria viniera con tal información, en absoluto me sorprendería.

-Gracias.- dice Samael dejando su copa en la mesa auxiliar.
-Responsabilizaos de ella, los dos.- les señalo con el dedo alternativamente.- no quiero saber nada de sus locuras.

Vuelvo sobre mis pasos, Samael sigue sentado en una de las butacas que rodean la mesita de té, absurdo nombre para una mesa que desde que fue colocada en esa ubicación había sostenido de todo menos té. Stephano se mantiene como siempre algo alejado, de pie, callado, y si no fuera por su ruda presencia, que sin duda llama la atención, a veces me olvidaría que está ahí. Tomo asiento en la otra butaca, miro el reloj, no tengo tiempo que perder, o mejor dicho, no me gusta que me hagan perder el tiempo. Me impaciento.

-¡Pero dónde demonios está!-digo enfurecido.

Me levanto y salgo de mi despacho siguiendo el rastro de esa chica, con mis dos acompañantes pisándome los talones. Paso de largo la sala en la que se supone debería estar esperando, y subo unas escaleras siguiendo su peculiar aroma.

¡¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro!!

Autoeditarse es fácil, sólo tienes que abrirte una cuenta en Amazon, rellenar los datos, volverte un poco majara con el tema de los formularios de los datos fiscales, tener un poco de maña en hacer una portada, o pedirle a alguien que te realice una, y esperar unas 24 horas. Ya está. Ya tienes tu libro. Así de fácil.

Ahora viene lo difícil…

Publicitarse, darse a conocer. Leí en algún lado que puedes tener la novela más maravillosa del mundo, el próximo best seller entre tus manos, pero si nadie te conoce… es como el que tiene un primo en Granada.

 

Así que te pones manos a la obra, piensas que será fácil, la obra bien lo vale, pero aaaaahhh amigo, verás que lograr incluso que tu hermano te compre el libro es una ardua lucha. Y de pronto empiezas a moverte por grupos de lectura, por páginas de novelas, por blogs de reseñas, miras, observas, conoces, te esperanzas y… te desesperas, pues ves a personas que venden 1600 copias de su libro en tres meses y tu miras tus ventas y aunque eres de letras haces un cálculo rápido y constatas que a este ritmo en tres meses habrás vendido… mejor no pensarlo… Pero sigues, no desistes y piensas en esa tan manida frase de «Roma no se construyó en un día», y sabes que es verdad, que incluso el mundo tardó en creaerse 6 largos días, pero eres impaciente por naturaleza y quieres, necesitas ver los resultados de tu esfuerzo Ya.

 

Hablar, comentar, insistir… en fin VNDERTE… y hay gente a la que se le da de lujo, y otra que carece de esa cualidad…

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Por suerte, en el camino te vas encontrando con buena gente, chicas blogueras y no blogueras que te tienden su mano sin pedir nada a cambio, que te ayudan, que te mencionan en sus blogs, y en sus grupos de lectura, que se prestan a leerse tu trabajo para después opinar de él… y piensas que puede que sea así como se empieza, logrando que a una persona le guste lo que haces, y entonces empiece a crecer esa bola de nieve (vaya! parece que hoy me ha dado por las frases hechas).

Ahora pensareis ¿a qué viene esta entrada?, ¿qué nos intentan decir? pues nada… es una reflexión en voz alta, o en letra mayúscula, puede que un hilo de esperanza para los que como nosotras estén empezando, y también un agradecimiento a todas esas chicas que nos han echado un cable.

Y me despido con la amenaza de que aquí seguiremos, pues tenemos aún mucho que decir, y que no pararemos hasta que améis tanto a Aless, Ever, Marco y Step como lo hacemos nosotras…

Blog de Mire-Pa

Corazón de tinta

Zona excentrica

Sueño de brumas

Blog de Patry

Pasión por la novela romántica

De lectura obligada

Promesas de amor

¿Qué canción sonaba? (I)

“Me senté en la barra, lugar de los perdedores, o de los que llevan mucha confianza en sí mismos, y pedí un whisky con hielo. La música empezó a sonar, sugerente, sin duda el hijo rebelde del pueblo londinense. Algo hizo que me girara hacia la puerta de entrada. Como un calambre, una dulce voz que me llamaba.”

Marco Vendel.

 

Éste es un pequeño párrafo extraído de las primeras páginas de Océanos de Oscuridad, puede que a muchos al leer no les llame la atención, otros, más curiosos, puede que se pregunten, ¿Qué música estaba sonando? Puede que sea un hablar por hablar de los autores, simplemente dices música, sin tan siquiera plantearte qué… pero éste no es el caso.

 

En el foro, cuando escribíamos, solíamos acompañar los escritos con fotografías o insertando vídeos del youtube. Así, si decíamos que Aless lucía un vestido rojo, o que la casa era de dos plantas con grandes balcones, añadíamos una foto exacta de cómo lo imaginábamos. Muchos de los textos, de los momentos más importantes de la historia, han ido acompañados de música, a pesar de no decirlo, o de que los personajes no lo mencionaran, siempre ha habido un hilo musical detrás, una banda sonora, desde Queen, Police, Mago de oz… algo que a nosotras nos ha ayudado a ambientarnos, incluso algunos textos están pensados por y para esa canción en especial, así que más que acompañar la música al texto, el texto ha puesto palabras a es música que sonaba en nuestras cabezas.

A la hora de reescribir la historia y darle forma de novela estos pequeños detalles se han perdido… ¿se han perdido del todo? Hombre, pues no, porque para eso está éste blog, ¿no? Para poder recuperar un poco esos pequeños matices, esas situaciones que para nosotras han sido tan especiales.

 

¿QUÉ CANCIÓN SONABA CUANDO MARCO REPARÓ EN ALESSANDRA POR PRIMERA VEZ, CUANDO SUS OJOS QUIZÁS LLEGARON A ENCONTRARSE DURANTE UNA FRACCIÓN DE UN SEGUNDO?

Pues en éste caso no podía ser otro que Robbie Williams. Pues sí, eso era lo que sonaba en el bar cuando Alessandra cruzó la puerta hechizando a Marco a golpe de cadera.

You Know me, de Robbie Williams, esta canción es la que nos acompañó en ese momento, Marco eligió la canción antes incluso de redactar esa escena, sabía que tenía que ser esa canción la que marcara ese momento tan trascendental en su milenaria vida. No me negareis que es una buena canción.

Escucharla…

Y decidme…

Si os apetece leed esa escena con la música de fondo…

¿No se vuelve un momento mágico? Adelante… Océanos de Oscuridad

Ever

 

Ever está loca.

Ever no es normal.

A Ever le falta un tornillo…

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NOOOOOO Ever es… ¡como a todos nos gustaría ser! Es sincera a rabiar, natural, divertida, sí vale, puede que esté un poco loca porque oye voces dentro de su cabeza, pero salvando ese pequeño detalle es una tía de lo más normal. Huye de su pasado con todas sus fuerzas, de sus orígenes como inmortal y de sus malas decisiones posteriores, pero a veces el pasado corre más que uno mismo, incluso cuando  goza de una velocidad vampírica.

Es un alma libre que no quiere ataduras, ni leyes, ni reglas, ni compromisos de ningún tipo, y así lo expresa, contradiciendo a cada paso que da aquello pre establecido. Fue creada por error por Samael, un miembro del Consejo, que se desentendió de ella, el estigma de ser una huérfana la ha acompañado siempre, al igual que Victoria, esa voz de su cabeza que parece empeñada en no querer dejarla olvidar.

Es una vampira de contrastes, de subidas y bajadas, totalmente caótica, su mente y su exterior reflejan esa personalidad un tanto ecléctica, despreocupada, pero a la vez valiente y decidida, está dispuesta a desquiciar a todo el que se acerque a ella, introduciéndole en sus mundos de locura. Su cabeza lleva tanto tiempo en la palestra, que ha perdido todo respeto a perderla.

Físicamente es menuda, no aparenta mucho más de quince o dieciséis años de edad, de larga melena negra despeinada, y unos ojos que reflejan todo lo que ha tenido que vivir. Viste de manera informal y jamás se separa de sus botas militares.

A éste personaje no se le conocerá mejor hasta Tempestades, la segunda novela, una Versión extendida de Océanos, un Océanos 2.0.

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Todos tenemos un pasado.

Escribir es una gran experiencia, aunque a veces complicada, escribir

Imagenconjuntamente con alguien a quien NO conoces es aún más difícil, pero no imposible, y siempre muy estimulante. Todo empezó hace cinco (o ¿seis?) años, es algo así como cuando Ro encontró a Yola, o a la inversa. Enseguida nos complementamos. Ahora años después nos disponemos a embarcarnos en el apasionante mundo de la auto-publicación,  aunque ese podría ser otro tema, no, no podría, lo será… pero esta entrada es para hablar de cómo comenzó todo. Si quieres conocernos un poquito más, muy poco no te vayas tu a pensar, puedes ir a la presentación en la pestaña “nosotras”.

¿Cómo empezamos?

Un foro, un juego de rol, y tres personajes, tres personajes movidos por dos personas, o como se dice en los mundillos foreros dos users, diferentes. Durante mucho tiempo se creía que éramos “tres users” ya que las normas del foro prohibían tener doble personaje, pero… ventajas de ser la administradora (jeje), Marco era un personaje sin persona real detrás. Así que durante meses, puede que ¡años!, Yolanda creía que jugaba con alguien, (Aitana 20 años, estudiante de física jajajaja) pero ese alguien no existía, en realidad siempre jugó con Roser. Mentirijillas piadosas que se perdonan… jeje.

El juego tenía pocas normas, era/es un sigue la historia de toda la vida, cada uno desde el punto de vista de su personaje, se trata de seguir la escena, intentando siempre descolocar al interlocutor, sorprenderle, darle un giro a la historia, desubicarlo de tal modo que le cueste poder seguir. Así de simple, estrújate las neuronas para ver cómo la sorprendes. De ahí se fue tejiendo la historia, primero de Alessandra y Marco, mientras Ever daba tumbos de un lado a otro hasta que hicimos nacer al personaje de Stephano. Ya teníamos los cimientos para nuestra novela.

¿Por qué somos originales?

¡Porque nos crearon así! Jajaja nooooooo en serio… creemos en la originalidad de nuestra obra porque estamos convencidas que hay pocas historias en la que puedas conocer el punto de vista de todos sus protagonistas, narrado en primera persona y de manera personal, en la misma escena.

Además intentamos hablar sin rodeos, sin tapujos, siendo naturales, sinceras, escribiendo tal como sentimos, tal como siente cada personaje, porque la simbiosis entre nosotras y nuestros personajes es brutal!

Hemos tardado dos años en transformar un juego de rol online en una novela, darle forma, eliminar o añadir cosas, meter o sacar personajes, modelarlo todo, redondearlo, para al final tener algo de lo que sentirnos muy satisfechas. Y ahora nos lanzamos con la experiencia Blogguer, esperemos dar la talla, queremos aportar y complementar nuestro libro, o simplemente dar a conocer un poco más a quién está detás de ellos. Aunque mucho me temo que nuestros personajes tienen ya en nosotras vida propia, ¡¡¡estamos poseídas!!! Yo a veces… ¡¡¡me siento Marco!!!